El papel de la activación del sistema renina angiotensina aldosterona (RAAS) en la obesidad

La activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS) es un mecanismo fisiológico importante que desempeña un papel crucial en la regulación de la presión arterial y el equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo. Aquí se describe la activación del RAAS en condiciones normales y cómo puede estar involucrada en la respuesta del organismo a diferentes estímulos, como la obesidad.

En los múltiples mecanismos de activación del sistema RAAS se encuentran la compresión de los riñones y el aumento de la activación del SNS. Los receptores para angiotensina I (AT1R) y angiotensina II (AT2R) se expresan en regiones adyacentes del cerebro que controlan la presión arterial. La activación de AT1R dentro de esas regiones del cerebro median aumentos en la presión arterial y causan neuroinflamación, lo que aumenta la hipertensión. El hecho de que AT1R y AT2R tengan acciones opuestas sobre la presión arterial sugiere que estos receptores pueden tener acciones opuestas similares sobre la neuroinflamación. Sin embargo, los mecanismos por los cuales el cerebro media las respuestas neuroinflamatorias continúan sin ser claros (Elsaafien, et, al., 2020).

El sistema renina angiotensina aldosterona (RAAS) conocido por sus funciones críticas en la regulación del equilibrio hidromineral y la función cardiovascular se activa tras la retención de NaCl, la expansión del volumen y la hipertensión, que de manera típica suprimen la secreción de renina y la formación de angiotensina II (AngII). Las acciones del RAAS son ejercidas por el péptido efector AngII que se forma a partir de angiotensinógeno a través una serie de eventos de escisión proteolítica. El angiotensinógeno se sintetiza principalmente en el hígado y se secreta a la circulación donde es escindido por la renina, una enzima cuya síntesis y secreción en el riñón son limitantes de la velocidad de síntesis de AngII, para producir Angiotensina I (AngI). AngI es procesada por la enzima convertidora de la angiotensina (ECA) en AngII, que ejerce efectos sobre varios tejidos incluyendo la corteza suprarrenal, riñón, músculo liso vascular y cerebro (De Kloet, et, al., 2010).

Además de servir como centro de almacenamiento de los excedentes, el tejido adiposo blanco es un importante tejido endócrino que secreta adipocinas. Es importante destacar que a medida que se acumula grasa y se desarrolla la obesidad, la secreción de estas adipocinas aumenta. El tejido adiposo blanco también expresa los elementos críticos del RAAS tradicional (angiotensinógeno, renina, ECA, AngI y AngII) y es también una fuente de angiotensinógeno circulante (Saye, et, al., 1993; Shenoy & Cassis, 1987; Cassis, et, al., 1996; Gupte, et, al., 2008). Por lo tanto, el tejido adiposo blanco puede generar AngII local para estimular AngI y AngII en adipocitos y otras células dentro del tejido adiposo y contribuir a la actividad de AngII en tejidos más distantes. El tejido adiposo pardo también expresa los componentes RAAS y produce AngII (Cassis & Dwoskin, 1991). La infusión sistémica de AngII facilita la neurotransmisión simpática al tejido adiposo pardo interescapular y aumenta la temperatura regional en ratas, consistente con AngII potenciando la termogénesis (English & Cassis, 1999; Tanaka, 2020).

También la AngII desempeña un papel en el crecimiento y la diferenciación de adipocitos en roedores (Thatcher, et, al., 2009), pero hay poca evidencia en humanos de que los inhibidores de sistema RAAS tengan efectos importantes sobre la adiposidad o el peso corporal. Un papel importante de la AngII en la estimulación de la reabsorción renal de NaCl y en la modulación de la hipertensión por obesidad está respaldada por estudios en animales de experimentación que demuestran que el bloqueo del receptor de AngII o la inhibición de la ECA atenúan la retención de sodio, la expansión del volumen y el aumento de la presión arterial en la obesidad (Boustany, et, al., 2005; Robles, et, al., 1993).

En ratas obesas existe una mayor sensibilidad a los efectos de la presión arterial, AngII y el sistema RAAS reducen la presión arterial en mayor medida que en ratas de peso normal. Los ensayos clínicos han demostrado claramente que los antagonistas de los receptores de angiotensina (ARA), así como los inhibidores de la renina, o bien, los inhibidores de la ECA, son eficaces para reducir la presión arterial en pacientes hipertensos obesos (Anzalone & Tuck, 1997; Dorresteijn, et, al., 2013; Grassi et, al., 2003). Se requieren ensayos clínicos a gran escala que comparen la eficacia de los bloqueadores del sistema RAAS en pacientes hipertensos obesos y delgados.

La activación del sistema RAAS puede contribuir a la lesión glomerular y a la pérdida de nefronas asociadas con la obesidad, no solo al aumentar la presión arterial, sino también a través de efectos intrarrenales; por ejemplo, la constricción de las arteriolas eferentes por AngII exacerba el aumento de la presión hidrostática glomerular causado por la hipertensión arterial. El sistema RAAS contribuye al crecimiento de los adipocitos en el tejido adiposo blanco. La AngII aumenta los niveles de las enzimas como la glicerol-3-fosfato deshidrogenasa y la ácido graso sintasa, FAS, (Fatty Acid Synthase), que promueven la lipogénesis (Fasshauer, et, al., 2002). El aumento inducido por AngII en FAS depende de la actividad de glucosa y se produce a través de un elemento sensible a angiotensina que es idéntico al elemento de respuesta a la insulina en el promotor de FAS, lo que sugiere que la AngII y la insulina estimulan la lipogénesis de los adipocitos a través de mecanismos comunes (Kim, et, al., 2001; Sharma, et, al., 2021).

La activación crónica y desregulada del RAAS puede contribuir al desarrollo de la hipertensión arterial y otros problemas cardiovasculares asociados con la obesidad. La comprensión de estas interacciones es crucial para el desarrollo de estrategias terapéuticas dirigidas a abordar los riesgos cardiovasculares en individuos obesos.

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